Viernes 31 de Octubre. 20:00 h.
Estoy terminando de preparar mis cosas, apurada porque, cómo no, llego tarde a trabajar.
Llaman a la puerta (el timbre nunca ha funcionado y un montón de nudillos golpean la práctica totalidad de la superficie de madera, repartidos en distintas alturas; eso ya me sorprende bastante...)
Cauta, hago una primera inspección a través de la mirilla.
Para morirse: delante de mi puerta hay cinco fantasmas de unos ocho a diez años, extendiendo bolsas abiertas ante mí mientras gritan:
A pesar de la poca gracia que me hace la colonización cultural, doy la bienvenida a todo episodio lúdico que se tercie.
Nos vino de maravilla para deshacernos de un gran tarro lleno de caramelos acumulados durante años.
Cuando salí finalmente de casa, volví a tropezar con los monstruitos, ante la puerta de uno de mis octogenarios vecinos, que les chillaba sorprendido: Pero qué queréis, ¿el aguinaldo YA?!
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