martes, 25 de enero de 2005

Zzzzz...

El brebaje de los sueños felices es una infusión amable que llena la casa de olor a flores exóticas y me adormece los labios inventando besos por descubrir. La bebo porque me gusta su sabor, poderosamente delicado, y porque decora el ritual del fin de cada día. Y porque tiene un color indefinido, entre el naranja y el rojo y porque si fuera música, sonaría a piano y trompeta y a voz de mujer madura con un poco de resaca. Pero es una hierba sudafricana, nada más. Y nada menos: antioxidante y desestresante y con miles de terapéuticos efectos que desconozco y desconoceré por siempre nunca jamás -segunda nube a la derecha y todo recto hasta la mañana. Bebo mi humeante rooibos y sonrío: ¿efecto colateral? Y me descubre la prensa que se ha puesto de moda mi brebaje, imagínate. Y ahí están los sueños, ese viaje siempre pendiente. Y ahí estamos. Ahí. A punto de chupar un sello.

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