jueves, 20 de enero de 2005

Ustedes comprenden, soy una ballena que sueña.

Atardecer. Sonido hipnótico de la lavadora intentando un nuevo viaje lejos de casa (le daría libertad en su centrífugo deseo si me sintiera capaz de usar la bañera como pilón para la colada, pero…) Colada como una piña, emborracho sus sacudidas desvencijadas con otro trago de Mimosínsecadorápido, y entre mimos, la trompeta de Chet Baker despidiendo la luz del día. Qué rápido se seca la tarde, a pesar del poderoso té entre mis labios y de las minúsculas sorpresas abrazando el destino. 

Ustedes comprenden que una ballena sin nada 
es mucho más triste que una ballena que nada. 
Y si una ballena no nada 
se pone más triste que una ballena varada.

Liliana Felipe, sí.

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