miércoles, 26 de enero de 2005

There are more tears...

Sabía que iba a nevar. Puedo oler la nieve, en las nubes, agitándose en el aire y acercándose desde las montañas, desde esas montañas, mías, al fondo de todos los paisajes. 
Así que, he pasado la noche en vela, al acecho de la nieve. Entre una tos estrellándose en mis brazos y un sueño escapándose por los poros de mi piel, vertebrándose a lo largo de mis plumas (entre el deseo y el miedo, entre la congelación y el deshielo); soy un pajarito polar, que más que volar, nada. (Y nada que nada nadaba al nadar, nadaba de lado y no te encontraba). Al final me dormí, boca abajo y babeante, sin llegar a descubrir si estaba esperando la nieve o esa felicidad sin forma ni olor ni pestañas que igual se deshace en los labios, como un beso helado caído del cielo. 

Sonámbula fotógrafa de sueños ajenos: aún no había terminado de amanecer cuando me he levantado, me he sostenido sobre el trípode y así, sin precaución ni abrigo -que es como se han de recibir todos los besos, escarchados o no- me he atrincherado en la ventana, dispuesta a retratar mi boda con la nieve. 
Bailando sobre los tejados. Pisando los sueños de Ramiro y celebrando los resbalones de Puri, que a esas horas de dios ya está limpiando escaleras (al cielo, Puri, al cielo directa), olvidando -congelando en la memoria, eso es olvidar- las lágrimas despilfarradas ayer, porque siempre fue ayer cuando lloramos y siempre fue porque quisimos, recuerda: There are more tears shed over answered prayers than over unanswered prayers.

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