domingo, 30 de enero de 2005

Poema flotante de J. A. Millán


Ahora muevo dos hebras: las levanto y agito un poco. Las suelto y caen sin peso.

Ahora todo un mechón: gira y se enrosca (lo humedece mi aliento desde el mar).


Cien cabellos muy finos, los más finos se erizan y se esponjan




desde las periferias: ¡cómo brillan!


Soplo suave y un bucle disponible se levanta,
juega a no levantarse y al fin se yergue:
arrastro su perfume hacia lo lejos.
Ahora convoco en la nuca una espiral de rizos: se hacen y se deshacen sin acuerdo.
Es todo un triunfo: ¡las cien hebras recogiendo este sol,

y en contrapunto el bucle alborotado!
Suficiente: sin levantar los ojos del libro

te alisas el cabello con las manos.


Fin del juego.

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