martes, 5 de octubre de 2004

Colin ha muerto.

Escrito hace exactamente una semana:
“Mi mascota. Colin, el anciano gasterópodo, gran patriarca hermafrodita de la Familia Caracol, acompaña estas y otras muchas de mis elucubraciones -no sé si precisamente originadas por su influjo, quizás no debería invertir tantas horas en observar la trayectoria babosa de su decadencia. El bicho lleva casi dos años en casa; me pregunto cuál será su esperanza de vida (¿cuál será su esperanza, sin más?). Estos últimos días duerme con la cabeza fuera del caparazón y las antenitas asomando, no sé si intenta decirme algo con esa actitud, pero me preocupa. Se va a morir cualquier día de estos y me va a dejar un vacío grande, entre el portátil y la ventana, que es donde vive (o sea, entre mi corazón y mis horizontes, ni más ni menos). Está como duro, un poco ¿artrítico?, hum. Yo también duermo raro, con la antena bloqueada a media asta, incapaz de sintonizar ese sueño que se escurre entre las sábanas sin que pueda llegar a ponerle título…” 
La cosa se veía venir.
Estoy triste.

2 comentarios

selestar dijo...

Aquí faltaban como seis años para conocernos. Así que te lo pongo retroactivo: qué asco de bichos :P

Elena Netalga dijo...

Te hubieran encantado. Y cómo Carmen logró librarse de todos ellos, dándolos en adopción entre sus alumnos, menuda movida; las criaturas traían la autorización de sus familias y una casa. Una niña dibujó habitaciones para el bebé caracol en una caja de zapatos!!!
Que te lo cuente ella, que yo ya no me acuerdo bien (qué raro).
La foto es HORRIBLE. Ya.