Rufi desapareció ayer. La estuve llamando y buscando durante horas sin ningún resultado. Apareció en los árboles de la calle, justo cuando yo salía de casa para ir a trabajar. Respondía a mi silbido y revoloteaba de árbol en árbol, pero no quiso bajar. Tuve que ir a currar en coche, porque se me hizo tardísimo (y casi hubiera llamado para decir que no iba, si una parte de mí no sintiera que la verderona ha de vivir entre esos árboles...)
Pensé que hoy por la mañana igual la encontraba en su salón-comedor, pero no.
La llamo y silbo a los cuatro vientos (los vecinos pensarán que soy una tarada), pero nada.
Buena suerte, Rufiana. Espero que todo te vaya muy bien.
(Qué triste estoy, coño).
Todos los animales, exceptuando los más inferiores, son “animales de costumbres”, y por nada del mundo cambian su acostumbrada vida (…) Un animal al que se concede la libertad volvería a su jaula si encontrara el camino. Pero la mayor parte de los pajaritos son demasiado estúpidos para ello. La creencia según la cual (los animales) deberían intentar recuperar su “dorada libertad” si fueran dejados a su albedrío, es sólo un falso antropomorfismo. Los animales no desean escaparse, sino sólo salir de la jaula.
Konrad Lorenz, etólogo. Premio Nobel en 1973.
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